Última actualización: 15 octubre, 2021
Si echamos la vista atrás, no hace falta irnos muy lejos para recordar que hace unos años era casi misión imposible encontrar fuentes de proteína vegetal en los supermercados o restaurantes. Ya no hablamos de sustitutos del queso, el chorizo o el pescado que no es pescado, algo jamás imaginado por aquel entonces.
Si bien siempre estaban las tiendas especializadas online, herbolarios o tiendas asiáticas en las que podías encontrar tofu, seitán, miel vegana y poca cosa más, hace unos cinco años empezó una revolución del mundo vegetal que inició muy poco a poco, pero que actualmente parece haber metido quinta y no tener freno.
Ahora, no solo las tiendas y grandes superficies están apostando fuerte por productos 100% vegetales, las opciones en las cartas de los restaurantes (algunos de ellos las cadenas más famosas) son cada vez más numerosas y apetecibles. Está claro que una ensalada mixta a la que dejar huérfana quitándole el huevo y el atún siempre va a estar ahí, pero desde luego cada vez hay menos excusas para llevar una alimentación vegetal.
Pero, ¿por qué las grandes superficies parecen apostar ahora por este tipo de productos? ¿Es que han abierto los ojos y se han dejado conmover por la realidad de la industria cárnica? ¿Han empezado a poner Cowspiracy en la bienvenida de las juntas de accionistas? ¿O simplemente es una ley de oferta y demanda?
¿Cómo ha cambiado el mercado veggie en los últimos años?
En este artículo, Proveg analiza el registro récord de la tendencia de productos de origen vegetal en nuestro país durante los dos últimos años, un aumento de 48%.
Estos datos van en par con los resultados del último informe The Green Revolution elaborado por Lantern. Según el, en 2021 el 13% de la población adulta en España ya se considera veggie.

Viendo los datos y la buena evolución, está claro – es una respuesta de las grandes cadenas ante al aumento de la demanda de este tipo de productos.
¿Es ético consumir en estos establecimientos?
Las grandes cadenas ayudan a democratizar el acceso de los productos veggies.
Cada persona es libre de consumir donde considere oportuno y según sus propias posibilidades. Tengamos en cuenta que no todo el mundo tiene el mismo acceso a determinados productos, ya sea por el lugar en el que vive o por su situación económica.
Las tiendas especializadas suelen ser más caras, estar más lejos que el súper de la esquina y no se suele poder llenar el carro de la compra en ese mismo sitio. ¿Qué quiere decir eso? Que no todo el mundo tiene el tiempo ni los recursos de ir buscando productos allá donde más ético es comprarlos. Del mismo modo que no todo el mundo puede comprar a granel, ir andando a todos lados para reducir su huella medioambiental o comprar únicamente productos de agricultura ecológica. A veces, aunque la intención esté, existen múltiples factores que hacen que no todo sea fácil, aunque eso no debe impedirnos hacer lo que en nuestra mano esté.
Tampoco olvidemos que de lo que estamos hablando es de productos prescindibles en la alimentación vegana y muchos de ellos muy poco saludables si los consumimos a diario.
Las grandes cadenas normalizan la oferta de los productos veggies.
Además, que grandes cadenas como Burger King, Telepizza, Fosters Hollywood o TGB; pero también Lidl, Mercadona o Carrefour apuesten por tener cada vez más oferta vegetariana y vegana hace que las personas omnívoras vean esta alimentación como algo más cercano, cotidiano y natural; e incluso puedan llegar a querer probarlos.
Cualquier reducción de animales muertos en las estanterías o platos, sea en la parte del mundo que sea, siempre es algo positivo y un motivo de alegría para ellos, las personas y el planeta.
Los más críticos resaltan que la inmensa mayoría de las opciones de esas cadenas conllevan maltrato y explotación animal, por lo que comprando allí continúas contribuyendo a enriquecerles. Pero, ¿qué pasaría si much@s vegan@s comprásemos en esas cadenas? Quizá empezarían a cambiar la oferta y a reducir los productos cárnicos (pescado incluido), dejando más presencia a las opciones vegetales…
Eso sí, siempre que esté en nuestra mano ayudar al pequeño comercio (no solo el del sector de la alimentación), debería ser una cuestión prioritaria para todos y todas por las numerosas ventajas de comprar local: ecológicas, comunitarias y las relacionadas con la atención al cliente, entre otras.
Los restaurantes también se han puesto las pilas con las opciones veggies.
Como decíamos al principio del artículo, cada vez son más y mejores las opciones que encontramos cuando comemos fuera de casa. Esta es una de las mejores noticias que podemos vivir, ya que el componente social es una de las barreras que más inmoviliza a la hora de dar (o pensar en dar) el paso al cambio de hábitos alimenticios. De hecho, hablamos sobre estas barreras con nuestra invitada Cristina en este post.
¿Hay algo mejor que esa sensación de satisfacción cuando tus amig@s fallan en su elección de plato con carne y tú estás disfrutando a tope de tu platazo vegetal? Ese es el mejor momento para sacar toda tu generosidad a relucir y compartir tu maravilla gastronómica. ¡Quién sabe si el próximo día se anima a pedirlo y se pasa contigo ‘al lado oscuro’!
Las marcas veggies se hacen cada vez más convencionales
Recientemente, ha habido una polémica por redes sociales con una famosa marca de proteína vegetal que imita de maravilla al pollo. Pequeñas tiendas de alimentación vegetal se unían y lanzaban el anuncio de dejar de ofrecer este producto quejándose de un trato discriminatorio en comparación con las grandes superficies.
Está claro que cualquier startup o emprendimiento pequeño que nace –vegano o no vegano–, conlleva valentía y riesgo; y solo por ello merece nuestro reconocimiento y que les demos una oportunidad. Así lo son, por ejemplo, las carnicerías veganas, que nos ofrecen un choque de conceptos por muchos incomprendidos, y que están aterrizando en las grandes ciudades. Esperemos que para quedarse mucho tiempo.
También es obvio que cuando una empresa empieza a ir bien, las condiciones, los precios y la marca en sí evoluciona al mismo tiempo que crece; aunque ese cambio no siempre le guste a todo el mundo. Es como cuando descubrimos un grupo de música indie y nos sentimos especialmente orgullosos por ser de los pocos que lo escuchan, pero luego lo peta. ¿Debe dejar de gustarnos porque consideramos que ‘se han vendido’?
De cualquier manera, con la información en la mano, la decisión de dónde, cómo y qué consumir es nuestra. Entre el blanco y el negro siempre hay matices de grises. Quizá la clave esté en ser conscientes de cómo afectan nuestras decisiones y actos de consumo, y encontremos el equilibrio para lograr el mundo donde queremos vivir nosotr@s y las futuras generaciones.
Esperamos que este post te ha resultado útil. Puedes encontrar más información relacionada en nuestro blog, te invitamos a que le eches un ojo o dejes un comentario más abajo.
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